Habla con el fin en mente.
Que es lo que quieres provocar en aquel que escucha tus palabras. Muy a menudo decimos que hablamos sin pensar. Pero la verdad es que sabíamos exactamente lo que queríamos provocar.
Hacemos uso de palabras que provocan una reacción emocional en otros. Y por esto Pablo nos recomienda que midamos las intenciones con las que soltamos las palabras.
Que no salgan de tu boca palabras con la intención de provocar una reacción que daña el carácter del oyente. Es lamentable pero hay gente que disfruta verte perder el control.
Cómo hijos de Dios nuestra meta es hablar palabras que edifican a la gente, y que si han cometido una falta en contra de nosotros, tengamos la gracia para aplacar nuestro deseo de hacerles sentir el mismo dolor que sentimos. Esto quiere decir, darle a los demás una oportunidad de redención.
Vamos, te invito a que compartas palabras que edifiquen.
Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca, sino la que sea buena para la necesaria edificación, a fin de dar gracia a los oyentes. Efesios 4:29
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