Echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros.
1 Pedro 5:7
Yo tengo la tendencia a encerrarme en mis propios pensamientos y agobiarme al punto de perder toda la esperanza.
Cuándo me encierro en mi propia frustración, he notado, que mi humor es afectado severamente. Y aparte cuando no busco cómo desahogar mi frustración me vuelvo insoportable.
Mi desesperación tiene la tendencia a multiplicarse cuando yo no estoy siendo sabio en cómo manejo esa frustración.
¡Yo tengo que ponerle un alto a mis pensamientos!
Ya basta de seguir, como disco rayado, pensando siempre en lo mismo. Y aparte tengo que esforzarme a pensar en algo diferente.
Y aunque no lo hacemos a propósito, todos nuestros recursos mentales, emocionales y físicos terminan siendo absorbidos por nuestra frustración.
Cuándo nosotros no manejamos bien nuestra ansiedad, nos hacemos un daño enorme.
Por este motivo esta porción de la palabra es de tanta ayuda para nuestras vidas.
Dios nos está invitando a que echemos toda nuestra ansiedad en él, porque él se encargará de cuidarnos.
Yo le podré entregar mi ansiedad a Dios…
- Cuando me sienta seguro de su amor y cuidado por mi vida.
- Le entregaré mi ansiedad a Dios cuando me atreva dar ese paso de fe y me convenza a mí mismo que Dios está pendiente de mi necesidad.
- Y creo uno de los más importantes, yo puedo entregarle a Dios mi ansiedad cuando permito que mis hermanos, aquellos que representan a Dios aquí en la tierra, me sirvan de apoyo.
¿Cómo puedo mejorar mi vida, mi relación con Dios, y mi relación con los demás?
- Yo, necesito aprender a verbalizar mi frustración y no embotellarla.
- Con Dios, necesito orar acerca de lo que me está afectando.
- Con los demás, necesito incluir a los demás en aquello que me está frustrando y pedir de su apoyo.
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